Curaduría

1.

Aventurarse a hacer una producción heredera del expresionismo abstracto es un ejercicio de valentía. En principio porque ante la abundancia de una abstracción facilista solo queda destacarse con pintura de calidad. Un pintor abstracto defiende su obra con los argumentos de la composición, la subvalorada pero determinante habilidad con el color y la firmeza de una decisión tan radical como es la de dedicar su producción a un ímpetu más fuerte que el mundo exterior. 

Sin embargo, hablar de la herencia del expresionismo abstracto no es encerrarse exclusivamente en la abstracción como lo comprobó la producción del matrimonio de Kooning. Si nos habían impuesto participar de solo uno de los dos bandos entre la figuración y la abstracción, Dilsa los reconcilia –una lección para tiempos de polarización-, otro ejercicio de valentía casi suicida que inquieta de la artista. Su pintura se ofrece como un desbordante océano de color donde de repente aparecen fantasmagóricas presencias: memorias de  otros tiempos y estrechos vínculos familiares retomados de álbumes o archivos olvidados. 

De esa revisión de la pintura como archivo su obra expone dos mundos: el testimonial que proviene de las fotografías y textos, y el interior que propone la artista a manera de laberintos en los cuales sus personajes se esconden, razón por la cual Dilsa  nos obliga a mirar con rigor y perdernos en sus recovecos. Solo al hacerlo nos entregamos a la primera condición descrita: una pintura sustentada con el argumento de una perspicaz composición, de genialidad en las brumas de color en que nos introduce, y conmovedor en la conjunción de un escenario abstraído para la aparición de estas escenas familiares que nos logran identificar.

Christian Padilla. Comisario, Investigador/Docente, Gestor cultural, Crítico/Periodista Máster en Historia del Arte de la Universidad de Barcelona.

2.

(…) Europa ha sido el epicentro de esta corriente que ubica sus orígenes en pintores tan dramáticos como Vincent Van Gogh o místicos como Paul Gauguin a finales del siglo XIX, el noruego Edward Munch mas tarde, hasta alcanzar la plenitud de su desarrollo cuando se inaugura el siglo XX en representantes tan destacados como James Ensor, Emil Nolde, Ernst Kirchner, Franz Marc y muchos otros, que trabajan la figuración trágica o lírica en una pintura gestual de intenso colorido. Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1948 para ser precisos, se funda en París el grupo COBRA (Copenhague-Bruselas-Ámsterdam) con seis miembros originales entre ellos Karel Appel, Asger Jorn, y un tiempo después el belga Pierre Alechinsky. Desde su inicio, se intentó enfocar la producción artística en un sentido cosmopolita, abierto a toda experimentación sin tener en cuenta su procedencia, con énfasis en el proceso creativo mas que en el resultado e intentando buscar las fuentes en cierto arte primitivo y popular.

En la década del cincuenta prospera en los Estados Unidos el expresionismo abstracto con exponentes tan importantes como Willem de Kooning o Jackson Pollock. En la década del ochenta se empieza a designar neoexpresionistas a artistas de los Estados Unidos y Alemania que se conocen como los jóvenes salvajes, la transavanguardia en Italia, o la figuración libre en Francia. Aquí en Colombia ha dejado su huella en pintores como Lorenzo Jaramillo (1955), María Teresa Vieco (1953) y Walbert Pérez. No fue de extrañar entonces que la epidemia neoexpresionista o transavanguardista se haya aclimatado en el país, conociendo nuestra inclinación por las modas sin detenernos a pensar que, como tales, son efímeras y que sería mejor perseverar con nuestras convicciones artísticas. La obra de arte de María Teresa Vieco, por ejemplo, está entroncada con la corriente expresionista que se remonta a los postulados del grupo COBRA, con la medida que enfatiza cierto colorido plano e intenso de figuras distorsionadas a la manera de Appel o Alechinsky.

Se trata de cierta poética de la fealdad en imágenes dinámicas representadas mediante una caligrafía iconográfica de relámpagos cromáticos que se insinúan como jinetes sobre caballos frenéticos en la periferia de los sueños. Es una pintura que alude a la violencia de nuestro tiempo, descartando la temática convencional para concentrarse en la violencia que sugiere la agresividad de una pincelada que imprime surcos de color subrayados por texturas empastadas de una materia que, a diferencia de Cézanne, no construye una imagen, sino que desintegra la realidad.

De manera contraria a la precisión formal del fotorrealismo que se popularizó en la década del setenta, el neoexpresionismo procura recuperar la ambigüedad de las figuras, pero sin proponer una aventurada transformación artística sino un nostálgico recorrido hacia el pasado, el cual recupera de modo ecléctico, tomando de cada una de las corrientes influyentes del proceso artístico, los elementos formales o conceptuales que mas convengan a sus intereses. La pintura de Lorenzo Jaramillo, María Teresa Vieco, Walbert Pérez y Dilsa Jiménez en consecuencia, se inscribe en este nomadismo híbrido, que ellos alcanzan a sintetizar en una época que comprende la difícil y muchas veces inútil búsqueda de la originalidad cuando disponemos de filones en los que aún queda mucho terreno por explorar. (…)

(…) Sobre un entramado de franjas verticales y horizontales, desarrolla Dilsa Jiménez una obra informalista de grandes manchas de color que remiten a la propuesta de la tranvanguardia italiana cuando quiso, en la década del ochenta, recuperar la pintura de los estragos del conceptualismo. La artista asimila una caligrafía que remite al graffiti de versos en inglés o español con diminutas figuras humanas que establecen un diálogo entre sí, como elementos que contribuyen a equilibrar la composición. Jiménez maneja un colorido rico en matices y contrastes que suele intervenir con líneas que dividen la superficie en espacios irregulares. En este sentido, recuerda la pintura iconoclasta de Jean Michel Basquiat, uno de los primeros artistas en desafiar la idea convencional de armonía, para sustituirla por un concepto anarquizante que sorprende por su originalidad.  

Eduardo Márceles Daconte. Escritor colombiano. Lic. humanidades en la Universidad de Nueva York (EUA, 1970) y máster en artes del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California (Berkeley, EUA), con especialidad en historia cultural de América Latina y énfasis en artes visuales y literatura. Ha sido conferencista universitario en la New School for Social Research y curador multicultural del Queens Museum of Art hasta 1995.

3.

Dilsa Jiménez es una artista que comienza a visibilizarse con el nuevo milenio donde empieza a participar en eventos colectivos y luego a partir del segundo lustro de esta década inicial hace sus primeras muestras individuales. Esta es la quinta exposición en solitario y la segunda vez que enseña sus trabajos en Cali desde cuando fueron incluidos en una colectiva en el 2007. La presente es su primera exhibición individual en esta ciudad.

Su trabajo se ha concentrado en abordar la pintura como un ejercicio creativo. El soporte es tela y el ingrediente, acrílico. Ella expande los tonos sobre la superficie de la lona y va ejercitando una acción emocional que genera campos de color. Sus obras incluyen palabras que muchas veces quedan sepultadas o veladas y que en otras ocasiones se evidencian. También en algunas de sus propuestas se perfilan diminutos personajes planteados en pequeña escala seguramente para que se pierdan de una manera intencional en inmensos espacios luminosos.

Su manera de abordar la pintura es un principio un escenario de abstracción. Esto posibilita su ejercicio como reivindicación y al tiempo como revisión. Revisar lo abstracto es una oportunidad de seguir comunicando mundos y espacios posibles. En esta línea de actitud se produce en Colombia trabajos que se conducen por esta vía como los de Jaime Franco y José Horacio Martínez, quienes abordan propuestas similares, aunque cada uno singularizando sus resultados. Los cuadros de Dilsa Jiménez recogen la experiencia enriqueciéndola con los datos que su entorno le trasmite y que ella vuelve caligrafía, lugar de color y escondidos personajes.

Sus propuestas se ofrecen como abundantes ejercicios cromáticos, y es el tratamiento de estos lo que fortalece sus obras. El colorido es dominante y protagónico, e impresiona en primera instancia. Su pintura también obliga a que se produzcan varias miradas, un lejos y un cerca. En esta última se puede ir descubriendo muchos de los gestos, textos e imágenes de sus mensajes cifrados. Estos resultados multisugestivos privilegian la reflexión sobre los alcances de la pintura en múltiples direcciones del arte de hoy.  

Miguel González. Actualmente, es curador del Museo Rayo, dedicado al dibujo y grabado latinoamericano, en reconocimiento del fallecido pintor Omar Rayo. Anteriormente, fue curador del Museo de Arte Moderno La Tertulia de Cali. Escribe sobre arte desde 1970 y pertenece a la Asociación Internacional de Críticos. Ha dictado conferencias en Latinoamérica, Estados Unidos y España.

4.

Ah, la pintura “nueva” … ¿cuánta tensión ha causado en la mente y el trabajo de artistas, críticos, curadores y comerciantes de arte? Hoy se trata de crear conciencia acerca de tratar de permanecer fieles al lienzo. Hoy, cuando hay tanta tradición en juego, y los nuevos medios de comunicación parecen sobornar, atraer a sus cultivadores, lo que los impulsa a abandonar sus tierras temporal o permanentemente.

Pretendiendo ser innovador en el campo pictórico, que es tan fértil como explotado, parece un exceso … No hace mucho, Rufo Caballero señaló que “lo nuevo puede ser lo viejo” [1] en medio del canibalismo estético Que nos rodea. Las citas, el plagio y la “libre empresa” han tomado el control del arte contemporáneo … ¿ y por qué no deberían hacerlo? ¿Por qué sería bueno cuidar la “forma” (la norma, qué norma) ?

Las pinturas del siglo XX oscilaron en un movimiento pendular desde la abstracción a la figuración, en graduaciones medio felices y sucesivas, es un tópico. ¿Cómo leer la pintura actual en la región de América Latina y el Caribe pero desde esta lógica, casi tanto como en cualquier otro lugar ? La transferencia y similitud en la poética de artistas de diferentes orígenes y culturas confirman, por un lado, el mito de lo global y, por otro lado, la universalidad esperada como una coartada para la apropiación de repertorios estéticos ya acumulados, demostrados en el desarrollo. de la historia del arte.

Se puede decir que no queda nada nuevo bajo el Sol, pero uno “motiva” una y otra vez, cuando un crítico habla de un “punto de inflexión”, “un antes y un después”, “una cuenca” para presentar el Obra de un joven creador respecto a su coetáneo. Esas frases … tan dramáticas que las amamos tanto, tienen su efecto, y ciertamente alcanzan muchas más de lo que se cree. ¿Cómo es posible ser “un antes y un después” hoy en día? Si seguimos buscando variaciones eternas en el mismo género, estilo, tema … en gran parte de la pintura actual; que sobre el eterno retorno. Pero estoy de acuerdo en que no importa demasiado lo que se diga o cómo se diga, si la obra de arte tiene “público”, la tiene y el punto.

Sin embargo, por ejemplo, en medio de tanta diversidad, lo que nos atrae a la pintura figurativa actual, la que bebe (apaga su sed) en las fuentes neo y trans (neoexpresionismo, transavantgarde, neofigurativa, mala pintura). ), como un repertorio que también podría ubicarse en su mayoría más atrás (a través de las vanguardias históricas) ?Lo mismo que sus antecesores: facilidad, agresividad y uso arbitrario del color, libertad formal, temática; Su apariencia, ni más, ni menos. Aun así, “no todo brilla en …” Como es de esperar, es un tipo de pintura que no trata de darnos una conferencia “-No nos sermonea, no …” No hay grandes gestos (aunque un gusto para el gestual que viene de la apoplejía), no hay grandes ideas (algunos sienten pena); porque estos artistas no creen que sea necesario elogiar su “brillantez” a través de temas confusos ni a través de su afiliación ético-política, como en las últimas décadas.

Para los nostálgicos, aquellos que siempre miran hacia atrás buscando razones o referentes (básicamente los históricos, o los fanáticos de la historiografía), atentos a cualquier estafa, es un desafío asumir esta “nueva pintura”, que se está haciendo. Hoy (o durante 5 años). Los historiadores, entonces, lo verán con escepticismo, independientemente de si se sienten atraídos o no, a pesar de ellos, el olor de la cita o el estilo revivido, que una vez aprendieron a admirar.

Ya se sabe que se imponen contextos, y hay algunos que buscan explicar esa “ligereza” del contenido como parte de la pintura actual en la región de América Latina, como respuesta al arte crónico, el arte político, el arte neoconceptual. ; o insiste en verlo como resultado del mundo en el que vivimos: ¿caótico ?, ¿tecnológico ?, ¿interconectado ?, ¿superficial ? , sobre informado? …

La verdad es que, durante el proceso de investigación que nosotros, el equipo de curadores de la Casa de las Américas, llevó a cabo con motivo de su Año de la Nueva Figuración [2], me motivó a regresar a las diversas “rupturas” de la El canon figurativo ocurrió a lo largo del siglo pasado. Parece atrevido decir que, aunque el progreso se hizo a tiempo, y grandes firmas y sensibilidades contribuyeron visiones muy particulares (y alucinaciones), belleza y horror en partes iguales; La pintura continuaba igual, misma esencia y potencial expresivo.

Más allá de los contextos que inspiraron el expresionismo y el fauvismo a principios del siglo XX; o durante la posguerra, los movimientos de liberación en toda América y las disputas postcoloniales internacionales, donde surge la Nueva Figuración; o las disputas durante la década de los ochenta, tan decisivas en el equilibrio mundial del poder político, en el que pasamos de pop a post y llovieron el “neo-this”, “neo-that” …; todo se vuelve a releer, no necesariamente mejor o peor que su predecesor, aunque probablemente sea diferente. Y el mito de lo “nuevo” y lo “contemporáneo” vuelve a atormentarnos, a perdernos en citas hechas y una temporalidad engañosa e inasible. Porque … lo innovador que fue el neo-mexicanismo de los años ochenta, o la mala pintura que irradió y fascinó a tanta gente en Cuba, Brasil, Argentina, Chile.? Muchas capas se han resuelto en cien años desde la modificación del canon y, a pesar de la incorporación de la cultura popular y los aspectos del campo extra-artístico, parece ser nuevo … pero no lo es. La prueba confiable es que incluso cuando se hace referencia a la obra de arte de algunos de los pintores emergentes de hoy, los mismos términos y adjetivos de hace un siglo o cincuenta años todavía se usan para caracterizar (criticar), ese tipo de figuración emergente y bélica.

Un siglo más tarde, nos llega la pintura figurativa actual, libre de toda densidad o drama, aunque en algunos de ellos se puede sentir en el fondo, y se promueve, con notable interés, como algo “diferente” de la generación anterior. – Es decir, la década de los noventa. Poética basada en el “humanismo”, la “nostalgia”, la “nada”, la “descarga”, el camino estrecho de la “memoria de los niños” y el “yo”, el “popular”, el “erotismo”, el “efímero de la existencia”. .. se puede apreciar.

En Cuba, hay poesías que se destacan, como las “Nuevas Fieras”, porque se proponen como perturbadoras, aunque su visión visual no es tan irreverente, en general [3]. Por otro lado, es imposible ignorar a otro grupo de artistas que se insertaron firmemente en el circuito de promoción (y comercial) de Cuba, colocando el “placer” de lo pictórico: Alejandro Campíns, Carlos Loriaga, Michel Pérez (pollo) y Niels. Reyes, por mencionar algunos. Cada una de ellas con una expresión singular, en la que el deleite pictórico parte de la base del sarcasmo, el “paso de todo”; donde exploras desde un formato pequeño o mediano hasta la inesperada monumentalidad de un paisaje, por ejemplo, para crear la suerte de los espejismos.

En cuanto a la “efusividad” cromática, palimpsesto e indiscriminada, destacan también las obras de Orestes Hernández y Alberto Lago en Cuba, o Giovanni Sánchez en Colombia. Sin dejar de lado a los neo-poperos que, como el colombiano Juan Melo (serie Gente Brillante, 2006) o el cubano Osy Milián (Escalera azul, 2010), presentan una galería de retratos de “gente común”. En Dilsa Jiménez y Andrea Valencia (Colombia), Mariel Sanhueza (Chile) o Yornel Martínez (Cuba) obras de arte, destaca un componente existencial, experiencial, en el que, a veces, lo social se percibe a la distancia, como una referencia puntual, pre -texto.  

Evidentemente, no se trata de impresionar a nadie, Dios nos salve de eso en este punto… más bien para seducir y, en la medida de lo posible, estar de acuerdo con el espectador, el coleccionista, el curador, un territorio común de legitimidad, como muchos otros. Lo hice hace 15 años. Eso también es válido, por supuesto, incluso si no merece tanta conmoción.   La nueva figuración no lo es, y no creo que esté destinada a ser una novela o una “ruptura”. Puede ser criticado, pero hoy en día los hombres deben vivir y crear a partir de algo, más si elige la pintura como medio. Lo contrario sería la inercia, el abandono. Y se sabe que los tiempos ya no se tratan de quemar barcos… ni siquiera de reconstruirlos.

[1] RUFO CABALLERO: “¿Ha muerto el arte contemporáneo, con un toque de etiqueta?” En Arte por Excelencias, No. 7, 2010, p.20.

[2] Proyecto que responde a una estrategia de posicionamiento y promoción de los fondos de la Colección de Arte de Nuestra América, de esta institución, que se viene desarrollando desde 2006 con la celebración del Año Matta (dedicado al artista chileno). con una segunda edición, el Año Cinético, en 2009. El Año de la Nueva Figuración, inaugurado el pasado 28 de abril, durará hasta el 31 de marzo de 2013 y está dedicado a la corriente que irrumpió en América y Europa durante los años sesenta y setenta. ; Con grandes exponentes en América Latina y el Caribe. Ver: www.casadelasamericas.org/nuevafiguracion/index.html

[3] En la Academia de Bellas Artes de San Alejandro de Cuba, un taller pedagógico se llevó a cabo en 2009 por la pintora Rocío García, que fue fundamental en la fundación de la banda conocida como Nuevo Fieras. Entre ellos, Lancelot Alonso, Enrico D. Álvares y Carlos Ramón Garcés. Como su nombre lo indica, el grupo tomó el estilo “Fauves” como suyo y luego, dieron rienda suelta a intereses particulares en temas como el retrato, el erotismo, el paisaje, las escenas de la ciudad…

Nahela Hechavarría Poymiró Lic. en Historia del Arte, Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, 2002. Especialista y Curadora de la Dirección de Artes Plásticas de Casa de las Américas. Profesor Adjunto del monográfico sobre Problemáticas de Arte Latinoamericano, Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana. Máster en Historia del Arte, Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana. Máster en Museología, Fundación Carolina-Universidad de Valladolid, España.